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Análisis |
¿Listas de distribución vs software social? |
por Lorenzo García Aretio (Titular de Cátedra UNESCO de EaD, UNED)*
(García Areito Blog) Cuando a Ray Tomlinson en 1971 se le ocurrió elaborar un software que desde la red Arpanet, antecesora de Internet, posibilitara remitir un mensaje desde un ordenador a otro nacía el correo electrónico que, sin duda, revolucionó las comunicaciones en el mundo.
Cuatro años después (1975) Steve Walker crea la primera lista de distribución de correo electrónico. Y ya en 1980 aparecen las listas de correo moderadas. En 1982 existían 44 listas de distribución registradas. Hoy son millones. En realidad las listas de correo, listas de distribución o de discusión, en estos primeros años tuvieron un desarrollo paralelo al del propio correo. El 75% del tráfico en la red era el generado por el correo. En las listas se empezaron a configurar comunidades centradas en diferentes intereses, fuesen éstos profesionales, académicos, de ocio u otros. Se trataba de eso, de personas con ciertas afinidades en un campo que disponían de correo electrónico y que se suscribían a una lista soportada en un software que permitía el envío masivo y simultáneo de cualquier mensaje remitido por uno cualquiera de los miembros de esa lista.
Internet y la web facilitaron el crecimiento exponencial del número de listas de distribución que en la década de los años noventa del siglo pasado se convertían en un modelo de comunicación intermedio entre la forma síncrona de los chats y la prácticamente unidireccional y de sólo lectura de la web, ¿0.0 ó 1.0? Pero esta web contaba ya entonces con otra herramienta singular de comunicación y complementaria a las listas. Hablamos de los foros web que igualmente podían ser moderados o libres, exigir registro previo o no. Foros a los que yo calificaría como una excelente herramienta y que suponía en principio el complemento de algunos sitios web que posibilitaba a los lectores opinar sobre diversos temas planteados en ese sitio o responder y debatir sobre las preguntas y propuestas que pudiera realizar el moderador.
En la segunda década del siglo XXI nadie discute las potencialidades, aún actuales, de esta herramienta del foro (no 2.0), tanto para el intercambio de información como para la resolución de problemas, el debate, el contraste de pareceres, la conjunción y refuerzo de intereses comunes, etc. Y ello, sin explicitar las que desde mi punto de vista son ventajas indiscutibles de una de las mejores herramientas con que seguimos contando los docentes dentro del ámbito educativo en red
Pero volvamos a las listas. ¿Se caracterizaban las listas por favorecer la interacción?, ¿la socialización, quizás?, ¿se soportaban las listas en un software social?, ¿o habría que esperar hasta 2004 a que apareciese la web 2.0, la web social, el denominado software social?, ¿y los foros?
Ya escribía yo hace años, bastante antes de 2004, (sin conocer aún esa cosa de la 2.0) sobre las inmensas posibilidades para democratizar la producción, edición, publicación y difusión de las ideas, convenciones, creencias, deseos, sentimientos y emociones que nos permitía el uso del ciberespacio, de la red. Listas, grupos de noticias y foros, todos ellos de la comunicación no 2.0, frente a lo que vino después, rss, fedds, blogs, wikis, redes sociales, peer to peer, podcasts, etc. ¿Y qué pueden hacer las listas que nacieron en la prehistoria de la red, cuando Internet aún no se llamaba Internet, hace 40 años, ante tanto software social?
La lista Cuedistancia (CUED-L) de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia (CUED) de la UNED de España, nació en 2001, ¡y en 2011 sigue existiendo con casi la misma vitalidad que cuando nació!, ¿cómo nos explicamos este fenómeno a las puertas de la web 3.0?, ¿sería algo así como preguntarse cómo continúan existiendo, produciéndose y vendiéndose libros impresos?, ¿Por qué las potentes redes sociales y los grupos que dentro de ellas pueden crearse no se han tragado esta lista y otras similares?, ¿no será la ventaja aún existente de la facilidad de acceso al correo, sobre todo en zonas donde Internet cuenta con un ancho de banda mínimo (y, no olvidemos, aún son muchas), ¿o la costumbre de muchos de trabajar en el ordenador mientras nuestra aplicación de correo continúa abierta en segundo plano?, ¿o...?
Cierto que gran cantidad de listas ha ido muriendo para aprovechar otras ventajas que hoy ofrecen las redes sociales. Y cierto que cada vez son menos las listas que nacen, pero algunas, como Cuedistancia, siguen vivas ¿?
En fin, ¿continuamos pensando que a estas horas del siglo XXI las listas, algunas al menos, continúan cumpliendo una faceta útil para el intercambio, la socialización del conocimiento, la comunicación, sin más?, ¿es que una lista no es un software de lectura y escritura, una de las características de la 2.0?, ¿sería preferible que esas listas se transformasen aprovechando otras excelentes herramientas que hoy pone a nuestra disposición el mundo Internet?
*Lorenzo García Aretio es Catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España - UNED, Decano de la Facultad de Educación y Titular de Cátedra UNESCO de EaD. |