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Propuestas para prevenir y resolver el Bullying en las instituciones educativas

El acoso escolar (bullying) es una práctica que se desarrolla en las instituciones educativas desde hace tiempo, la cual comienza a tener una relevancia diferente a partir de la irrupción de las redes sociales como canal de comunicación masiva. Llegando, en algunos casos, a maltratos físicos o emocionales directos, representa un fenómeno que requiere un tratamiento específico, debido al impacto que genera en todas las personas involucradas.

 

Frente a este fenómeno en desarrollo, el Instituto de Educación Superior Max Weber impartirá un curso en línea sobre “Acoso escolar – Bullying”, a partir del 26 de mayo de 2014, con el objetivo que los docentes conozcan de qué se trata esta forma patológica de resolver el tema del poder en grupos cerrados y puedan contar con herramientas que los ayuden a resolver el problema.

 

El curso virtual “Acoso escolar – Bullying” está destinado a profesionales del sector educativo de toda América Latina (en Argentina otorgara certificados de realización y puntaje docente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y varias provincias).

 

Para comprender esta problemática y tener un anticipo sobre las formas de prevenir y resolver tan grave flagelo, entrevistamos a Silvia Pérez Sisay, licenciada en Ciencias de la Educación, especialista en la temática y quien estará a cargo del curso virtual “Acoso escolar – Bullying”.

 

¿Cómo es el contexto actual en el cual se plantea la problemática Acoso Escolar – Bullying en las escuelas y qué tipo de situaciones se plantean habitualmente?

Silvia Pérez Sisay: La realidad nos indica que es un problema que tiene una larga historia en la construcción de la cultura educativa. Lo que sucede es que en los últimos años ha tenido una definición conceptual específica y, por otro lado, ha tenido un impacto mayor por el aporte de las redes sociales y los  medios de comunicación masiva.

Quizá el punto más interesante para pensar es que siempre ha habido situaciones de maltrato compartido en las escuelas. Lo que sucede hoy, es que se publicita diferente y las redes sociales hacen que se multipliquen las miradas sobre esta problemática.

También es importante tener en cuenta que lo que sucede en las escuelas, tiene una directa relación con la vivencia de la sociedad que la circunda. De esta forma, las situaciones de violencia explícita aparecen como irrumpiendo en la dinámica institucional en el marco de sociedades altamente expuestas a diferentes experiencias de violencia (física, institucional, mediática, verbal, etc).

Si analizamos el comportamiento de las sociedades en las cuáles se insertan las escuelas donde se manifiestan con mayor crudeza las situaciones de bullying, podremos encontrar prácticas similares en otros ámbitos que conllevan a un “modus operandi” que transciende a la escuela, y se inserta en las prácticas cotidianas.

Un aspecto importante a tener en cuenta es ponderar correctamente las situaciones que se plantean en la dinámica institucional. No todas las situaciones que se vivencian están encuadradas dentro de la definición de bullying.

En este sentido, lamentablemente la necesidad de generar un espectáculo que  lleve a aumentar la cantidad de consumidores de productos mediáticos, ha hecho que muchos medios de comunicación masivos distorsionen las experiencias y las lleven a un campo que aparece, a la vista de quienes los siguen, como terribles. Es fundamental sacarnos la mirada de gravedad y abordar las situaciones desde la comprensión integral de las partes involucradas.

En cualquier grupo humano, cuando hay un excluido, se  distorsionan los vínculos de todos los integrantes, generando un desorden en las relaciones que llevan a vivenciar experiencias desgraciadas que afectan a  todo el sistema.

 

¿Por qué cree que se están incrementando en las escuelas los casos de bullying extremadamente violentos, como el caso de Naira Cofreces, que derivó en la lamentable muerte de esta adolescente en la ciudad de Junín (Argentina)?

Si nos tomamos el trabajo de analizar los casos que aparecen en los medios de comunicación, podemos encontrar que hay varios aspectos que deben llevarnos a tomar decisiones respecto a cómo se manejan estas situaciones.

En todos los casos hay intervención de adultos que se ponen en un nivel de igualdad con los niños/as y/ o adolescentes, generando una distorsión en el vínculo entre pares.

Las disputas que se dan entre pares, es decir personas de la misma edad, mantienen ciertos códigos y comportamientos, inherentes a dicho grupo. Cuando un adulto interviene se genera un desorden en la relación, porque aparece como si fuera un par, pero tiene un poder diferente frente a la vivencia de los y las menores.

Si podemos salir de la “espectacularidad” con la que muestran los medios estos casos y escuchamos el relato de quienes fueron partícipes de los hechos de violencia, descubrimos que siempre hay una intervención de parte de un adulto que genera, ya sea por acción directa (como el caso que me pregunta), o por omisión (en los casos en que no se hacen cargo de los pedidos explícitos de los/las  hijos/as o alumnos/as). Esto hace que se genere una desigualdad en el vínculo, dado que el adulto no está en igualdad de condiciones respecto a los pares que tienen que resolver una situación. Cuando esto sucede, en la mayoría de los casos, hay una escalada en la violencia que puede terminar en situaciones críticas y absolutamente lamentables.

El punto está en que la mirada del adulto construye una intencionalidad y condicionamiento, que los adolescentes y niños/as no necesariamente tienen. Cuando el adulto interviene, ya deja de ser bullying y pasa a ser un caso de maltrato de menores. Este es un punto fundamental para comprender la problemática.

En todos los casos, es mejor buscar la manera de resolución desde la intervención del adulto, generando espacios de diálogo antes que contraposición.

Si yo tengo un problema con mi vecino, porque considero que hace algo que va en contra de mis intereses, puedo ir a dialogar con él para ver cómo resolverlo o puedo establecer una espacio de “guerra”, donde le asigno una intencionalidad de perjuicio. Si no logro saber qué es lo que dice, opina y sostiene mi vecino, lo más probable es que construya toda una interpretación que se aleja de la realidad. Esto facilita que yo me pueda permitir emitir acciones que vayan en contra de mi vecino, aduciendo que él me quiere perjudicar.

Este es el juego que entienden los adultos cuando hay enfrentamientos entre pares, ya sean niños/as y/o adolescentes.

El punto está en que estos no necesariamente construyen las experiencias desde esta intencionalidad y, en todo caso, si lo hacen, es necesario fijar un marco de aprendizaje que les permita reflexionar sobre las situaciones vividas, antes que acciones en contraposición.

 

¿Qué hay que hacer para ponerle fin a este tipo de situaciones que provocan daños psicológicos (permanentes en muchos casos), ponen en serio peligro la integridad física de niños y adolescentes, e incluso pueden provocar la muerte?

El primer punto es invitar a las partes involucradas a reflexionar acerca de qué sucedió y establecer un marco de diálogo donde cada parte pueda expresar qué siente, piensa y considera importante.

Aquí nos encontramos con un gran inconveniente que trasciende a la escuela y que nos implica a todos aquellos que vivimos en grandes conglomerados urbanos.

Demanda tiempo, esfuerzo y dedicación. Es necesario generar un espacio específico en el cual, todos puedas expresarse en igualdad de condiciones.

Nuestra vida hoy aparece escasa de tiempo para detenerse en cosas que, en apariencia, no tienen un valor medible.

El espacio para el diálogo se va perdiendo y es aquí donde aparece la violencia. Cuando no puedo expresar lo que siento o lo que me pasa, es cuando debo expresarlo y recurro a otras formas, donde la violencia es una alternativa.

El deporte, el arte, la música, las actividades al aire libre también son buenas formas de canalizar estas necesidades... pero en una ciudad con agenda apurada, no es sencillo encontrar este espacio.

Se necesita cambiar el ritmo, aprender a escuchar qué dicen las otras personas y ver cómo hago para comprender qué sucede y como puedo integrar otras maneras de resolver los conflictos.

El gran desafío que tiene la escuela hoy es enseñar a comprender la diversidad, ya no sólo como concepto, sino también como experiencia de vida. Y esto se hace en contextos donde la violencia abunda. Es por esto que no es sencillo encontrar soluciones rápidas.

Quizá el aspecto más importante que haya que comprender es que ningún ser humano está por encima de otro y que todos los que habitamos el planeta, tenemos derecho a ser, con nuestras costumbres, vivencias y miradas. Esta diversidad nos permite enriquecer nuestra vida, antes que sesgarla, sin contraponernos.

 

¿De qué manera se la está abordando y resolviendo este problema desde el cuerpo docente en las instituciones?

Actualmente se está haciendo un trabajo muy profundo de transformación del encuadre legal, pedagógico y didáctico en las escuelas de todo el país. Se trata de crear condiciones de cambio que posibiliten nuevas formas de educar y educarnos.

Desde el Plan Nacional de Formación Docente Permanente, dirigido por el Ministerio de Educación, sumado a los acuerdos refrendados por todas las provincias se establecen marcos de capacitación, discusión, construcción de encuadres normativos que habiliten estos espacios de diálogo, necesarios para mejorar las prácticas educativas.

A pesar de las resistencias de muchos docentes e inclusive directivos, se genera un claro espacio de análisis, reflexión y toma de posición, en la cual es necesario comprender la profundidad del cambio y el viraje hacia una escuela inclusiva que lleve a mejorar, más allá de las cuestiones de contenido, una manera de construcción social basada en el respeto, la comprensión de las diferencias y la integración.

Casi como una herencia de lo vivido en los últimos 30 años de democracia en Argentina, comienza a ser necesario poner sobre la mesa qué hacemos cuando decimos que necesitamos una escuela “inclusiva”, y este es el debate que está asomando. Es por esto también, que aparecen estos temas en la sociedad.

 

¿Cómo se puede detectar una situación de bullying?

El primer punto es definir que no todas las situaciones que se dan en el marco de una contraposición de intereses en las escuelas, son casos de bullying. Esto es fundamental tenerlo en cuenta, porque si no, es como si generáramos un efecto contrario y todo lo que aparece, lo asociamos a este fenómeno.

Lo importante es estar atentos a los indicios y manifestaciones de los alumnos/as. Cuando un docente y/o directivo está comprometido con su tarea, puede distinguir claramente los comportamientos de sus alumnos/as. Es en la dinámica diaria donde se ven los cambios en los comportamientos y donde se puede intervenir para evitar, generando una solución temprana.

El adulto es quien debe estar revisando el comportamiento y mirando las situaciones que se vivencian a nivel grupal, para detectar estos indicios.

 

¿Cómo se puede prevenir el bullying?

Generando espacios de reflexión conjunta, donde cada uno/a pueda expresar que siente, qué necesita y qué desea.

También se logran evitar situaciones de violencia cuando se deja de ejercer violencia sobre los niños/as y adolescentes. Un ejemplo lamentablemente muy común en las escuelas hoy, es una ausencia del lugar de los límites.

La formación de los infantes y adolescentes necesita de una clara fijación de límites para construir un espacio de crecimiento delimitado y claro. Cuando los límites desaparecen, es cuando se confunden la relación entre los vínculos. Aclaro que no significa poner límites estrictos o sin fundamento. No es “volver a la mano dura” como muchas veces se escucha cuando aparecen estos casos. Se trata de límites relacionados con cada edad, que permita un crecimiento sano.

Es aquí donde el adulto debe ocupar su lugar, y acordar entre las familias y la escuela cómo abordar esos límites.

Se ven muchos casos de niños/as y adolescentes que viven la triste experiencia de “hacer lo que quieren”, con la consecuente sensación de vacío implícita, dado que no tienen herramientas ni experiencia para decidir qué hacer.

Dialogar, escuchar, comprender, disentir sin confrontar, poder mirar las diferencias sin que genere contraposición, son todos ejercicios que se pueden vivenciar en todos los espacios, tanto en la escuela como en el hogar.

Cuando estas cosas suceden, gana toda la sociedad completa, porque construye ciudadanos responsables con sus propias experiencias y decisiones.

 

¿Por qué un niño o adolescente -o grupos de ellos- ejerce acoso escolar/ bullying sobre otros compañeros?

La diferenciación de grupos en la edad escolar es una necesidad intrínseca relacionada con la posibilidad de definir quién soy, de acuerdo con quien me relaciono.

Con lo cual es posible que se den situaciones donde aparezca la diferenciación a través de la contraposición.

El punto está en ver cuándo estas contraposiciones tienen intencionalidad destructiva y cuando forman parte de un proceso de construcción casi necesario.

La necesidad de generar “excluidos” que son maltratados grupalmente, lamentablemente tiene una larga tradición en la historia de la humanidad. En los casos que vemos hoy, aparece una construcción relacionada con hechos violentos y la mostración de estos hechos.

Casi como si fuéramos una jauría, donde hay que demostrar quién es el dominante, se generan comportamientos distorsivos cuando el encuadre de relacionamiento se plantea sin reglas claras o con reglas que cambian todo el tiempo y sin sentido aparente.

 

¿Cuáles son las fallas de abordaje y resolución a la problemática que usted puede identificar actualmente en los establecimientos escolares y en las familias?

El primer punto aparece en generar esta mirada dual, como si fueran dos fuerzas que se tironean a sí mismas. Es como si por un lado estuviera la escuela y por el otro las familias. Casi como si fueran dos fuerzas que deben luchar entre sí.

Los docentes se ponen en el lugar de educadores de padres y los padres se ponen en el lugar de quienes deben enseñar a los docentes.

Se genera, entonces, un campo de lucha que no colabora en la resolución en la comprensión de las situaciones que se viven.

Inclusive sucede que se olvidan del menor involucrado y establecen marcos de resolución donde llegan a involucrar a la justicia.

Lo importante, en todos los casos, es saber que ambas partes están preocupadas por resolver la situación y que deben trabajar en un marco de acercamiento, antes que en el enfrentamiento.

Un caso de bullying en una institución educativa no tiene “culpables”, sino que es una expresión de una situación que implica a toda la institución y a las familias de los menores involucrados.

Cuando dejamos de buscar culpables y trabajamos desde la identificación de responsabilidades compartidas, se abre un camino de construcción diferente, con excelentes resultados.

 

¿Se pueden utilizar las nuevas tecnologías para un mejor tratamiento y abordaje de esta problemática?

Las nuevas tecnologías son un recurso más que puede enriquecer la experiencia, siempre y cuando estén encuadradas dentro de una propuesta integral.

Por ejemplo, la utilización de foros para abordar determinados temas, puede ser una excelente herramienta, siempre y cuando aparezca de la mano de una propuesta integral, que aborde toda la temática que se plantea. Por si sólo no agrega ningún valor.

Un recurso interesante que nos proponen las nuevas tecnologías es conocer otras realidades del mundo, casi en vivo y en directo. Esto puede colaborar en mucho para crear la mirada y experiencia de la diversidad.

 

¿Qué recomendaciones generales para adultos podría enumerar en relación al bullying?

Que no busquen culpables y que no se involucren en la situación como protagonistas.

El rol del adulto debe ser acompañar al menor en la comprensión de lo que sucede y en la generación de espacios de diálogo para abordar situaciones inconvenientes.

Es importante que el adulto colabore en “bajar los decibeles” de las agresiones, invitando a expresar las emociones y sensaciones contenidas.

 

¿Cuál es la propuesta del curso Acoso Escolar – Bullying impartido desde el Instituto de Educación Superior Max Weber, y cuáles sus objetivos?

Se trata de conocer profundamente en qué consiste el Acoso Escolar – Bullying y generar alternativas de tratamiento, a fin de brindarles a los docentes elementos concretos para trabajar en pos de la resolución de los casos.

Revisaremos qué es y qué no es bullying, para identificar casos concretos. Desde la mirada de la pedagogía sistémica, encontraremos propuestas de abordaje que lleven a nuevas experiencias educativas y vivenciales.

 

¿Qué abordajes, soluciones y/o herramientas y recursos se plantean y ofrecen en el curso?

Se trata de brindar elementos que lleven a los docentes a integrar en sus prácticas, no sólo la resolución de casos concretos de bullying, sino que puedan construir propuestas educativas que lleven a la resolución prematura de casos de violencia en la escuela.

Se revisarán casos reales, los cuáles darán ideas y propuestas de abordaje para integrarlos a cualquier práctica educativa.

 

¿Qué beneficios le encuentra a la posibilidad de brindar este curso a través de Internet?

La riqueza de miradas que se consigue, dada por la diversidad de experiencias y conocimientos de los participantes, hace que el proceso de construcción de conocimiento se vea beneficiado por nuevos aportes.

Al ser en un entorno web permite a todos los participantes acceder a un conocimiento sin la restricción de un horario y lugar determinado.

Por otro lado, el uso de múltiples recursos como los videos, conferencias, lectura de textos, análisis de casos, etc. hacen que la dinámica del curso nos lleve a un profundo análisis, logrando un aprendizaje vivencial con un fuerte contenido conceptual de base.

El desafío de la auto-organización tiene como resultado inmediato la posibilidad de aprender y profundizar un tema, sin necesidad de estar en un mismo lugar.

 

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Para obtener mayor información e inscribirse: www.imwonline.org/courses/online/

 

Mayo 2014