Opinión
Narración de historias: añadiendo efectividad a la enseñanza

Con frecuencia los directivos son convocados a acciones divulgativas o formativas. Al respecto, caben algunas reflexiones sobre la práctica denominada storytelling, en ocasiones utilizada como mero adorno de un discurso, pero más veces usada para incorporar efectividad a la transferencia de información.

por José Enebral Fernández (Consultor colaborador del think tank Know Square) *

 

(@americalearning) Cuando los directivos acuden a jornadas, seminarios y conferencias dirigidas a este colectivo, pueden topar con mensajes muy interesantes y aleccionadores, que merecen ser instalados en el acervo y recordados; aunque también pueden quedarse con la mera sensación de haber descansado de la cotidiana turbulencia del despacho, de haber pasado un buen rato o un buen día, y simplemente haber hecho nuevos contactos. Los mensajes recibidos por la audiencia pueden ser, sí, interesantes o faltos de interés; pueden incluso ser equivocados o falaces, fruto de intereses particulares.

 

Ocurre también con los libros: de unos se aprende y otros, aun dentro de la literatura del Management, contribuyen más al ocio que al aprendizaje. Y no faltan autores que denostan mediante falacias una parte de la ciencia existente —o simplemente deciden preterirla—, en beneficio de propuestas alternativas que presumen ventajosas. Sí, también podríamos hablar de los libros; pero volvamos a la enseñanza acroamática, la del discurso, porque en ella la comunicación puede resultar singularmente cálida y efectiva, en función del estilo del docente o conferenciante.

 

Recuerdo una vez en que, con invitación de prensa, pude escuchar en Madrid a expertos como Ohmae, Peters, Covey, Maguire y otros más, incluidos dos españoles, Rovira y Trías de Bes. Ohmae me resultó visionario, intenso, penetrante, aunque frío; luego fueron pasando los demás, con mensajes muy cálidos aunque quizá no tan intensos. En ninguna otra ocasión he percibido tan claro el contraste. Creo que encontré mas interesantes novedades en Ohmae, que nos habló de China, que en los ponentes cálidos, entusiastas (casi todos los demás); pero también pensé que conferenciantes y docentes debían vestir sus mensajes con un componente o sesgo emocional, sin menoscabo de un sólido, relevante, contenido.

 

Aquí puedo intercalar una experiencia propia. Una escuela de posgrado de Madrid me confió un breve taller (4 horas) sobre innovación empresarial. En él incluí el relato de varios casos de innovación de empresas conocidas, animando al grupo de asistentes a contribuir al análisis de cada uno de ellos y la extracción de conclusiones. Íbamos a buen ritmo para abordar todos los casos preparados. Al final, para mi sorpresa, los asistentes aplaudieron; yo retomé la palabra para interrumpir aquello (que sin duda se oyó en las aulas próximas), y cuando yo volví a callar, ellos volvieron a aplaudir (como si quisieran ser escuchados). Me pareció extraño, pero interpreté que las historias les habían satisfecho.

 

Si, yo diría que una oportuna, idónea, narración de historias contribuye visiblemente a la satisfactoria recepción de mensajes en muchos casos. Es lo que comúnmente venimos denominando storytelling, como si la tendencia llegara del occidente anglófono. Celebra la audiencia que el ponente acompañe sus mensajes con historias breves, al servicio del propósito, y no hace falta añadir que estas habrían de ser oportunas, del todo acordes con el mensaje y no meramente ornamentales. No importa quizá tanto (sin llegar a adulterar la historia) la precisión en los detalles, como destacar aquellos más relevantes y reveladores. Veamos…

 

Su padre esperaba un niño —traemos como ejemplo el caso de Helena Rubinstein—, pero nació Chaja, que ese era su nombre de pila, el día de Navidad de acaso 1870, en una familia judía de la entonces austriaca Cracovia. Luego vendrían unas cuantas hermanas. No había por entonces siquiera productos especiales para la higiene personal, pero su madre, Augusta, cuidaba su cutis y el de sus hijas con una crema facial: la misma que al parecer había utilizado la actriz Helena Modrzejewska (luego la gran Madame Modjeska, que triunfaría en los EEUU), elaborada por el químico húngaro Jacob Lykusky.

 

Cuando sus padres buscaron un marido para la joven Chaja, ésta rehusó casarse con él (bastante mayor que ella, que contaba 18 años entonces), por lo cual hubo de salir de casa. Pronto se mudaría a Viena, a vivir con una tía. Allí se interesó por la dermatología, y unos años después, en 1896, decidió viajar a Australia a vivir con su prima Eva y su tío Louis (Eva, al morir su madre, se había criado con la familia de Chaja).

 

En Australia seguía usando sus cremas y su piel llamaba lógicamente la atención. Pensó que podría elaborarlas y ponerlas a la venta, con éxito. En 1902 abrió su primer salón de belleza en Melbourne, y enseguida habría otros más en Australia. Más tarde en Londres, París, Nueva York… En Europa, Chaja (Helena Rubinstein) se abrió ya espacio entre la alta sociedad y la nobleza, y decidió trasladarse a Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, donde entró en competencia y rivalidad con Elizabeth Arden… La historia completa resulta ciertamente aleccionadora y pone de manifiesto, entre otras muchas cosas, la resiliencia del personaje; una facultad de la que, por cierto, se viene hablando mucho en los últimos años.

 

Sí, tanto en la expresión escrita como en la oral, los expertos recurren a historias o referencias ornamentales como si fueran ilustradoras y oportunas, y a menudo lo son; aunque también, no se descarte, podrían estar realmente apuntando a intenciones o conclusiones algo distintas de las que se nos ofrecen…

 

Recuerdo una ocasión en que, en un foro para directivos, nos hablaron de los templarios. Por entonces la novela (El código Da Vinci) de Dan Brown estaba en el candelero y la película de Ron Howard, en la cartelera. Al parecer, debíamos extraer enseñanzas de los templarios para la gestión de las empresas. Se nos dijo que poco tenía que ver la novela con la realidad (el conferenciante llevaba, al parecer, 20 años estudiando la Orden) y se nos mostraron analogías entre la actuación de los caballeros del Temple y la moderna gestión de las empresas. Yo salí pensando que nada nuevo podían decirnos los templarios sobre la gestión empresarial, aunque había sin duda analogías entre sus prácticas como organización y las que hoy desplegamos… Fue entretenido, pero me pareció que se trataba especialmente de eso: de entretener.

 

Me preguntaba un colega si de verdad pueden extraerse todavía enseñanzas del análisis, por ejemplo, de casos de innovación. Yo le decía que enseñanzas se extraen; otra cosa es que el destinatario ya las posea en su acervo, fruto de su trayectoria-experiencia. Veamos un ejemplo.

 

Parece que, en los primeros años 40, el ingeniero eléctrico suizo George de Mestral (1907-1990) solía pasear con su perro por los montes próximos a Lausanne. Habitualmente, volvía con las flores del cardo alpino fuertemente adheridas a sus pantalones y al pelo de su perro: una experiencia a la que probablemente no somos ajenos. Resultaba laborioso desenganchar las florecillas, y Mestral acabó llevando algunas al microscopio: quería saber más al respecto. De este modo observó pequeños ganchos que actuaban a modo de garfios, y pensó que aquello podía tener múltiples aplicaciones… De la historia completa, incluidas las dificultades habidas hasta ver materializado el proyecto, surgen algunas conclusiones. Entre ellas, las siguientes, que parecerán de sentido común, pero que no siempre tenemos en suficiente consideración:

  • En nuestra trayectoria profesional, el pensamiento penetrante, conectivo y creativo no ha de limitarse a la disciplina que uno estudió en la universidad, porque de hecho hemos de seguir aprendiendo mucho a lo largo de aquella, y además los campos del saber se nutren cada día más unos de otros.
  • A veces se ha de desplegar buena dosis de perseverancia o tenacidad, para la que se precisa plena confianza en el proyecto correspondiente; esta confianza, debidamente cultivada, genera una fuerza muy considerable.
  • La naturaleza se nos ofrece como fuente de inspiración para encontrar soluciones valiosas; son diversos los casos que podríamos recordar, y no solo en la arquitectura (Eastgate Centre, en Harare) o el transporte (diseño de cabecera del tren de alta velocidad).
  • A veces, para pensar mejor, para ser más reflexivo y agudo, hay que salir a pasear y alejarse así de las turbulencias cotidianas; de hecho, las mejores ideas aparecen en cualquier momento, también fuera de la oficina.

 

Caben sin duda más inferencias y conclusiones, y de cada caso obtendrá tal vez diferentes enseñanzas cada analista, pero es cierto que, cuando la historia resulta oportuna, el llamado storytelling ha de ser celebrado, bienvenido.

 

Enero 2014

 

* José Enebral Fernández comenzó su actividad profesional en 1972, en el Centro de Investigación de International Telephone & Telegraph en Madrid, dentro del área de nuevas tecnologías y metodologías para la formación.

Ha publicado artículos en revistas como Dirección y Progreso (APD), Capital Humano, Dirigir Personas, Training & Development Digest, e-Learning America Latina, Nueva Empresa, Cambio Financiero, Visión Humana y otras, y asimismo en portales de Internet.

En su trayectoria profesional se destaca:

• Ingeniero Técnico en Electrónica por la Universidad Politécnica de Madrid.

• Formación de posgrado en ITT, Eurofórum y ESIC.

• Diseñador instruccional de sistemas de e-learning.

• Colaborador de diferentes empresas consultoras y escuelas de negocios.

• Analista de casos de innovación empresarial.

• Autor del libro “La intuición en la empresa” (Gestión 2000).