Análisis
Combinando el desafío y las competencias en e-learning

Si un alumno se siente protagonista, y considera que las tareas propuestas son interesantes y ayudan a mejorar sus competencias, es capaz de implicarse, concentrarse y entrar en total inmersión con el proceso de formación.

 

por Mónica Gutiérrez Ortega (Universitat Oberta de Catalunya)

 

Todos hemos participado en acciones formativas tanto presenciales como online, que nos han hecho reflexionar sobre por qué tomamos en su momento la decisión de participar en ellas.

 

En la mayoría de los casos estas dudas están ocasionadas porque las personas o equipos que diseñaron la acción formativa no pensaron que, para afrontar un nuevo proyecto de una forma positiva, las personas necesitan que se aúnen, por una parte, una tarea desafiante y, por otra, las competencias personales que tienen para afrontar el nuevo proyecto. Y que también es fundamental que se satisfagan sus necesidades, lo cual va a depender tanto de las aspiraciones personales que tengan, del nivel de adaptación a un modo de aprender (donde el alumno es el principal protagonista), así como de las comparaciones con los demás participantes y las experiencias vividas a lo largo de su vida profesional y/o personal.

 

Cuando un alumno se siente protagonista y cree que las tareas que se proponen son interesantes y le ayudan a mejorar sus competencias clave, es capaz dejar a un lado otras tareas e implicarse, concentrarse y entrar en un estado que supone una total inmersión en el proceso. Su implicación facilita un rendimiento óptimo y por tanto, un aprendizaje que será fácilmente extrapolado a su vida.

 

Este estado, que en muchas ocasiones es obviado cuando se diseña una acción formativa de e-learning, se compone de nueve dimensiones (Csikszentmihalyi, 1990, 1993): equilibrio entre reto y habilidad, unión de la acción y el pensamiento, claridad de objetivos y las metas que se persiguen, feedback claro y sin ambigüedades, concentración sobre la tarea que se está realizando, sentimiento de control, pérdida de autoconciencia, transformación en la percepción del tiempo y experiencia autotélica.

 

Para que las personas se sientan implicadas en las tareas que se propongan en los procesos de formación deberán, por tanto, converger, por una parte, un desafío ante las tareas que están realizando y, por otra, un despliegue de las competencias necesarias para resolverlas.

 

Si en los procesos de formación sólo se ponen en marcha tareas repetitivas, sobre las que la persona no tiene ninguna capacidad de control y no se aumenta de forma progresiva y con apoyos el nivel de dificultad ni el de habilidad necesaria, se estaría ante un proceso de habituación generando experiencias de aburrimiento.

 

En cambio, si las tareas formativas que se proponen están basadas en un equilibrio óptimo, entre los desafíos y las competencias, se podrán llegar a experiencias en las que el proceso de aprendizaje transcienda al de formación y marque a la persona con una vivencia que no olvidará, y que a su vez, le hará participar en acciones formativas similares y aplicar lo aprendido a prácticas cotidianas.

 

En cambio cuando no existe ese equilibrio, se pueden ocasionar dos situaciones negativas para el participante. Si los desafíos que se proponen en la formación superan las competencias individuales se genera un estado de ansiedad por exceso de dificultad, mientras que si, por el contrario, las competencias superan demasiado los desafíos propuestos, el individuo estará aburrido y, por ende, poco motivado.

 

Por todo ello, a la hora de diseñar acciones formativas de e-learning no debemos olvidar la relación que existe entre los distintos grados de desafío y los de habilidad. Debemos buscar la compensación para que los participantes encuentren una situación de equilibrio que les permita aprovechar el proceso de aprendizaje.

 

A la hora de planificar la formación, se deberá tener en cuenta que una persona sólo participa de forma positiva y constructiva en un proceso de formación si éste está orientado a la consecución de metas y si estas se alcanzan mediante la continua satisfacción de proyectos personales marcados por cada individuo, tanto a corto, como a medio y largo plazo.

 

Las personas que lograrán niveles superiores de satisfacción serán, por tanto, aquellas que se han marcado unas metas fácilmente alcanzables en un corto o medio plazo, beneficiándose así de percibir un refuerzo más inmediato porque están constantemente participando en actividades que son por sí mismas intrínsecamente gratificantes.

 

Twitter: @mgutierrezo