Opinión
El creativo, algo más que un estereotipo

La creatividad da para muchas reflexiones, pero quizá habría que tomarla más en serio. Constituye un rasgo cardinal del profesional del siglo XXI, como lo es, por ejemplo, el pensamiento crítico o la flexibilidad cognitiva. Nos lo recuerda periódicamente el foro de Davos.

por José Enebral Fernández, consultor colaborador del think tank Know Square, http://www.knowsquare.es) *

 

Hace tiempo leí un tuit que textualmente decía: “La creatividad surge de personas felices y trabajo en equipo”. Lo recuerdo porque yo pensaba que aquella se suele manifestar en mayor medida en individuos —no siempre tan felices— trabajando solos. Sobre lo de “personas felices”, sin duda los creativos se sienten muy a gusto creando, y hasta pueden caer en esos estados de fluidez, de alto rendimiento y disfrute; pero caben aquí algunas reflexiones, y no podemos olvidar la atormentada vida de tantos y tantos creadores en distintos campos.

 

Obviamente los tuits han de entenderse como tales, y no siempre permiten expresar bien el pensamiento del autor; pero uno relacionaría el trabajo en equipo más con la innovación que con la creatividad, y asimismo vería en estas personas más autonomía operativa que felicidad. Claro, son términos, como tantos otros, que se prestan a diferentes lecturas, como ocurre en el mundo empresarial con el talento, el liderazgo, la integridad, la responsabilidad social, el capital humano, la estrategia, los objetivos, la calidad, etc.

 

En los siguientes párrafos y si el lector se anima, enfocaremos la personalidad de los creativos; es que uno a menudo percibe ahí, más que un estereotipo.

 

Empecemos enfocando la creatividad, a partir de quienes presentan esta facultad. Si el lector asiente, creativos serían los protagonistas de:

  • La creación artística en las diferentes ramas.
  • El diseño, entendido con amplitud.
  • El avance de los campos de la ciencia.
  • El progreso técnico traído por la investigación.
  • El emprendimiento de proyectos ambiciosos, retadores.
  • El desarrollo de nuevos productos y servicios.
  • El aprovechamiento de oportunidades detectadas.
  • Las soluciones creativas a problemas técnicos.
  • Las mejoras de productos, procesos, métodos y herramientas.
  • Las conexiones generativas entre distintos campos del conocimiento.
  • Una nueva y rompedora visión de las cosas.
  • Los descubrimientos casuales, serendípicos.
  • El ingenio de las ocurrencias oportunas y valiosas…

 

Pensemos ahora en los sensiblemente creativos que trabajan en organizaciones de un cierto tamaño. Cuando hablamos de estereotipos, incluimos por ejemplo a los trepas, los narcisistas, los críticos, los negativos (downers), los holgazanes, los pleasers, los whistleblowers, los desleales (back stabbers), los obstruccionistas… y sí, también a los creativos, cuyo característico perfil conductual se halla bastante bien tipificado (recordemos, por ejemplo, lo que nos decía Mitchell Ditkoff).

 

En efecto y si se les deja —si no se sofoca su iniciativa, si no se deja marchitar su potencial—, se muestran, como es sabido, inquietos, críticos, perspicaces, comunicativos, penetrantes, perseverantes, espontáneos, individualistas, osados. Pueden cuestionar las reglas, el estado de cosas, la rutina; se preguntan a menudo el por qué… No, no es fácil controlar a este tipo de personas y, en determinadas culturas organizacionales, podrían resultar una pesadilla para sus jefes. También podrían verse, en algún caso, rodeados de un entorno de mediocridad creativa militante, que tal vez no siempre contribuiría a su calidad de vida laboral.

 

Los psicólogos (Csikszentmihalyi, por ejemplo y con gran detenimiento) hablan de personalidad compleja; de que pueden presentar rasgos opuestos de personalidad en diferentes momentos (acaso en el mismo también); de que apenas se les advierte en el virtuoso punto medio… Ocurre, típicamente y en efecto, que dedican mucha de su energía psíquica a lo suyo. No, no hablamos solo de creativos reconocidos; hablamos también de individuos cuyas creaciones no son tenidas por suficientemente valiosas, pero a las que dedican buena parte de su tiempo y esfuerzo, como si se tratara de una cierta adicción irreprimible, insoslayable, de una providencial vía para su ansiada autorrealización.

 

Son muchos los expertos que han estudiado la personalidad de los creativos. Daba yo también en mi tarea de documentación con el mexicano Eduardo Monteverde, que señala a los creativos como personas alejadas de lo convencional, individualistas, con dificultades relacionales, inteligentes y proactivas, visionarias e intuitivas. (Me fijé sí, especialmente, en lo de “individualistas”, porque la intensa y súbita predicación, en los años 90, del trabajo en equipo vino a dejar a estas personas en mal lugar…). De modo que estamos sin duda ante individuos especiales, tenga la cosa origen genético o extragenético.

 

En verdad los individuos de marcado perfil creativo, brille o no su creatividad, son a menudo vistos como raros; como poco sociables, excéntricos, emocionalmente inestables, egoístas, incluso arrogantes… Tal vez habríamos de ser más empáticos con ellos, y no solo porque la creatividad y la intuición vengan a constituir las joyas de la corona de la inteligencia; también, diría uno, porque lo necesitan y agradecen.

 

No faltará quien piense, consciente del potencial de los seres humanos, que una personalidad falta de creatividad se nos presenta incompleta, mientras que esta facultad proporciona cierta plenitud a nuestra existencia; pero la reflexión ha de llevarnos a considerar asimismo que la atención es recurso limitado. En general y aunque hablemos de “creativos” sin especificar el campo, típicamente solo se es creativo en uno o dos; rara vez la cosa da para más. Podemos interesarnos por varios campos y eso haría nuestro perfil más amplio, pero lo de crear consiste en generar novedades interesantes y para eso se ha de poseer suficiente dominio. En general, nos especializamos en una sola cosa y tratamos de dominarla; es la forma de, puestos a crear, no reinventar la rueda ni resultar extravagante.

 

Estábamos, sí, en lo del trastorno, desorden o perturbación porque, aunque la cosa es compleja, cabe en verdad rebasar la idea del creativo como estereotipo. Sabemos de tantos creativos-artistas mentalmente trastornados, que podemos establecer relación de causa-efecto. Uno, empero y sin el correspondiente background, no sabría decir cuál es la causa y cuál el efecto, si es que no fueran unidos (obviamente, cada caso es único; no cabe olvidarlo, y habremos de esperar al avance de la neurociencia).

 

No cabe generalizar: contamos con muchos creativos bastante tratables, a pesar del atencional enfoque cuasi permanente a su especialidad. En este momento pienso en algunos que no han tenido hijos o pareja, y quizá por ello han dispuesto de mayor espacio en su conciencia… Habría que recordar aquí, por oportuno, que hay creativos que han empezado a serlo solo después de descubrir y cultivar su talento escondido, y que algunos grandes creativos (en campos diversos: Vincent Van Gogh, Genrich Altshuller, Gregor Mendel…) han envejecido o fallecido sin sentirse reconocidos.

 

Lo del reconocimiento parece razonable para considerar a alguien creativo, pero es verdad que a veces se equivocan las autoridades (el establishment, los gatekeepers del campo) y niegan u otorgan creatividad indebidamente. Por ejemplo, propuestas en torno a la teoría cinética de los gases, como (siglo XIX) la del escocés John James Waterston o la del inglés John Herapath, fueron desestimadas en su momento por los científicos oficiales, por no aludir al empeño del poder establecido en defender durante tantísimos siglos la teoría geocéntrica.

 

Cada organización es única, pero el knowledge worker habría de ganar el reconocimiento de su jefe-líder en cada iniciativa o idea; sin embargo, me cuentan que todavía hay entornos laborales donde uno no habría de mostrarse más creativo que su jefe, más experto o, desde luego, más líder. En fin, el lector ya tiene materia de reflexión si lo desea. Uno, básicamente, quería transmitir el mensaje de que todos fuéramos más pacientes y empáticos con los creativos, aunque les percibamos extraños, particulares.

 

Febrero 2017

 

* José Enebral Fernández comenzó su actividad profesional en 1972, en el Centro de Investigación de International Telephone & Telegraph en Madrid, dentro del área de nuevas tecnologías y metodologías para la formación. Ha publicado artículos en revistas como Dirección y Progreso (APD), Capital Humano, Dirigir Personas, Training & Development Digest, Learning Review, Nueva Empresa, Cambio Financiero, Visión Humana, Coaching Magazine, ObservatorioRH, Focus, Know Square y otras, y asimismo en numerosos portales de Internet.

En su trayectoria profesional se destaca:

  • Ingeniero Técnico en Electrónica por la Universidad Politécnica de Madrid.
  • Formación posterior en ITT, Eurofórum y ESIC.
  • Profesor en escuelas de posgrado.
  • Diseñador instruccional de sistemas de aprendizaje on line.
  • Consultor en materia de aprendizaje permanente.
  • Conferenciante en diferentes foros y ciudades de España y en Argentina.
  • Miembro de la Familia Salesiana y colaborador de la Fundación Juan Bosco Siglo XXI.
  • Premio Know Square al mejor artículo de empresa de 2016 publicado por el think tank.