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El desafío propuesto por las horas de libre disposición escolar |
por Nidy Liz Marchant, académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano
La Jornada Escolar Completa (J. E. C), en Chile, es una de las políticas públicas creadas y desarrolladas bajo el gobierno de la Concertación, siendo la extensión de permanencia escolar una de sus líneas de acción. Así, en lo que respecta a la permanencia escolar, debiese componerse por dos totales de tiempo de trabajo escolar para:
No obstante, debemos recordar que bajo la óptica de los gobiernos que la crearon y desarrollaron, ambos espacios de tiempo deberían contar con calidad de los procesos y de los resultados.
La extensión de permanencia en los establecimientos educacionales funciona bajo la meta de obtener mayor impacto educativo en los estudiantes, desarrollando habilidades superiores de pensamiento.
Así, reconocemos que una pedagogía que va más allá de memorizar necesita de mayor tiempo de preparación y de desarrollo.
Sin embargo, todo parece indicar que las Horas de libre disposición nos desafía con el reto de desarrollar “nuevas miradas y gestiones”.
Extensión del tiempo escolar: establecimientos con y sin J.E.C.
Hay que recordar que la gran mayoría de las escuelas chilenas antes de la implementación de la J.E.C., realizaban su entrega de servicios en turnos de 6 horas pedagógicas, por lo cual, muchas de estas instituciones podían funcionar en dos bloques diurnos.
Actualmente, la porción de los colegios que funcionan con la J.E.C., prestan servicios educacionales en un sólo bloque compuesto de 8 horas pedagógicas diurnas, que parafraseando lo rescatado por Romero, dicha extensión pretende: “otorgar dos años más de escolaridad que los conlleve a situarse a niveles comparables de tiempo de trabajo escolar de Gran Bretaña, Canadá y Taiwán, superando a Estados Unidos, convirtiendo a Chile en el tercer país latinoamericano (después de Colombia y Jamaica) en destinar mayor tiempo para que sus alumnos aprendan” (Romero, 2004; Pág.5) ,es decir, que dicha extensión horaria posee la pretensión gubernamental por obtener mayor cantidad de saber en menor tiempo del invertido sin la implementación de dicho régimen. Actualmente, se pueden establecer cuatro tipos de establecimientos según su incorporación o no la J.E.C., estos son:
(Para mayor detalle de los establecimientos, consultar Anexo N°1 al final del presente artículo)
Consideración del tiempo escolar
Por lo general, la consideración del Tiempo Escolar chileno está muy dirigida a lo que se puede conseguir dentro de los establecimientos educacionales. Así, las “experiencias educativas” fuera de éstos quedan como un mero recurso educativo o anécdota, por lo cual, no posee respaldo de certificación.
En el actual Paradigma Educativo (Constructivo social) se reconoce la fuerza que posee la sociedad en la educación y viceversa. Sin embargo, Sociedad y Educación son esferas divididas, con lo cual, se continúa escuchando el: ¿Para qué me sirve lo que aprendo en la escuela? Peor aún, dicha pregunta continúa repitiéndose en el mundo de la capacitación.
Así, lo desarrollado fuera de las aulas posee la valoración que docentes o comunidades educativas les asignen y, por ende, su rescate variará. Sin embargo, es dable considerar que dicho rescate está limitado por una Estructura aprendida, una visión para considerar el Tiempo Escolar.
Jara (1998) nos entrega el siguiente recuadro del tiempo a considerar y la estructura encargada de ello, componiéndose por:
¿Existe otra forma de considerar los tiempos? o ¿Existe otra experiencia concreta que nos contribuya a considerar de otra manera los tiempos?
Sí, el Deutsches Institut für Internationale Pädagogische Forschung dirigido por Wolfgang Mitter, en su proyecto Frankfurt, diferencia tres registros del tiempo escolar, “cuyo sumatoria o consideración desagregada permiten analizar e interpretar las comparaciones de modo inteligible para todos y conforme a criterios lo suficientemente flexibles como para asumir la diversidad en la comparación” (Escolano, 1998; Pág. 51).
Así, el recuadro del Cronosistema Escolar en Europa nos conlleva a considerar los siguientes aspectos:
Hay que precisar que – desde la óptica chilena – el Modelo Curricular, son “los planteamientos básicos que sirven como referencia para elaborar el diseño curricular base” (Antúnez, 2005; Pág. 10), es decir, su naturaleza es prescriptiva, pero no taxativa, por lo cual, es necesario de considerar otras formas de reconocimiento de los tiempos que los estudiantes invierten con la finalidad de ofrecerles una comunidad interesada en su bienestar.
Horas de libre disposición y su aplicación
Como ya se señaló, poseemos dos formas de trabajo: una dirigida a las asignatura y otra consideradas de libre disposición. La forma, propuesta, para la distribución tanto de las actividades lectivas como de las actividades de libre disposición es posible obtenerla gracias a la Matriz Curricular Básica (M.C.B.), la cual constituye la “base para elaborar los planes y programas de carácter indicativo que el Ministerio de Educación debe poner a disposición de las escuelas que resuelvan no elaborarlos ellas mismas” (Ministerio de Educación, 2002; Pág. 13), es decir, los establecimientos poseen la libertad para crear sus programas de estudio, siempre cumplan con los Objetivos de Aprendizaje que son establecidos en las Bases Curriculares.
Así, en la M.C.B. establece cifras mínimas de algunas asignaturas, que corresponden a cada nivel, como además, “contempla una cantidad de tiempo de libre disposición de los establecimientos” (MINEDUC, 2002; Pág. 13). En Introducción a las Bases Curriculares (2013; Pág.24) se nos entrega que los establecimientos escolares “debe[n] dejar un 30% del tiempo de la jornada escolar (es decir, 11 pedagógicas) para los establecimientos dispongan libremente de él, ya sea para profundizar sobre los objetivos de las Bases o para complementarlos, según sean sus necesidades y su proyecto educativo”, entregando un listado que permite desarrollar, entre otras opciones:
Junto a lo señalado, se establece que “Si los establecimientos deciden utilizar los programas de estudio que proporciona el Ministerio de Educación, igualmente pueden contar con un 15% del tiempo de libre disposición, que pueden destinar a los mismos efectos” (MINEDUC, 2002, Pág.24). Tanto la palabra destacada y subrayada (por quien les habla) “entre otras opciones” como lo referido en este último párrafo nos entregan la ALERTA de “NO DESARROLLAR EN EL TOTALIDAD DE LAS HORAS DE LIBRE DISPOSICIÓN PARA DESARROLLAR LOS PROGRAMAS DE ESTUDIO”, por tanto, nos entrega que mínimamente el 15% debe INCLUIR OTRAS OPCIONES, fuera de las desarrolladas diariamente.
¿En qué se ocupan las horas de libre disposición escolar?
Como se observa posee un fuerte porcentaje, tanto la educación básica como la enseñanza media, a ocupar las horas de libre disposición a las áreas académicas.
Junto con ello, de la misma fuente, obtenemos que el “38% del área académica incluye: el reforzamiento general, a las asignaturas de: a) lenguaje y comunicación , b) matemáticas y c) computación, como también d) ciencia y e) tecnología”, es decir, las asignaturas llamadas “fuertes o esenciales” poseen mayor preeminencia en su desarrollo.
¿Qué recomendaciones nos proporcionan?
Para el desarrollo de las horas de Libre Disposición la Unidad de Curriculum y evaluación recomienda: A. Considerar que las horas de libre disposición deben ser planificadas rigurosamente y el establecimiento es responsable de su correcto aprovechamiento en beneficio del aprendizaje y desarrollo integral de sus alumnos. B. Considerar el proyecto educativo del establecimiento: a la hora de distribuir el tiempo adicional cada establecimiento debe establecer sus prioridades de acuerdo a lo estipulado en su proyecto educativo. Es éste el que determina qué aspectos debe reforzar un establecimiento o qué áreas de aprendizaje puede agregar para complementar la formación de sus alumnos. C. Procurar una formación integral: esto significa dar oportunidad a los alumnos para que expresen y desarrollen su potencial en una variedad de aspectos que abarcan lo espiritual, lo ético, lo afectivo, lo social, lo intelectual, lo artístico y lo físico. Esto implica que los establecimientos pueden destinar parte del tiempo de libre disposición para organizar, por ejemplo, actividades relacionadas con los Objetivos Transversales así como actividades extracurriculares de tipo artístico, técnico o deportivo. D. Considerar sus resultados educativos: se recomienda a los establecimientos asignar tiempo adicional a aquellas asignaturas del Plan de Estudios en las que no obtienen un rendimiento óptimo, priorizando especialmente las que son funcionales a otros aprendizajes, como Lenguaje y Comunicación y Matemática. E. Considerar las necesidades de sus alumnos: los establecimientos pueden utilizar parte del tiempo de libre disposición para organizar la atención de aquéllos alumnos que presenten un nivel insatisfactorio de desempeño, mediante talleres remediales o de nivelación.
Conclusión
Las Horas de libre Disposición nos entregan el desafío de remirar y re gestionar nuestras concepciones estructurales del tiempo y validación de saberes – haceres, sobre todo de “haceres”.
Nuestra formación ideología nos dirige hacia una mirada exclusiva de aprendizajes desarrollados en los establecimientos sin considerar el vínculo con establecimientos exteriores que puedan contribuir a una mayor calidad de la experiencia educativa, por ejemplo: buscar un gimnasio que nos entregue un servicio para nuestros estudiantes, exigiéndonos buscar formas viables de financiamiento, planificación y desarrollo sustentable de tal servicio a favor de nuestros estudiantes.
Esta mirada del rescate exterior, no solo debe basarse en la creación de vínculos con empresas, sino de rescatar el contexto con salidas externas donde exija una planificación y se entreguen el máximo posible de recursos que enriquezcan la experiencia. Por ejemplo, no es lo mismo visitar el Templo Votivo de Maipú y dejar el rescate sin planificación de los estudiantes, que involucrar a los miembros activos de dicho lugar y que al visitar dicho espacio, además de recrear, se cuente con asesoramiento de visitas guiadas que nos proporcionen la historicidad del lugar como la visita recreativa a los museos y parques que dicho espacio posee.
Así los “haceres” y “saberes” será un constante desafío institucional y social para desarrollar un vínculo cercano con la comunidad inmediata. Tal vez, considerar y validar las experiencias “fuera del establecimiento” nos conlleve no sólo a su rescate a través de preguntas que nos permitan obtener el conocimiento previo de nuestros estudiantes, sino que apunten a transparentar éstos en una inclusión integral de todos los conocimientos previos (de profesores, de la comunidad, de los estudiantes), derrocando el desarrollo de “más de lo mismo” y apuntando a la integridad del ser humano.
Anexo N°1
Bibliografía:
Junio 2014
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