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Evaluación exclusiva en el sistema cognitivo

Bloom es muy conocido por docentes y diseñadores instruccionales, pero no es el único que ha entregado a la evaluación educativa una taxonomía, ya que Marzano es otra posibilidad para medir los procesos cognitivos, entregando dos sistemas (metacognición y del ser) para considerarse al crear mallas curriculares, contenidos e instrumentos evaluativos.

por Nidy Liz Marchant Díaz, académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano

 

(Especial para @americalearning) Cabrera nos refiere que “muchas veces los docentes reproducen formas tradicionales de evaluación cuando incorporan tecnología porque no conocen otras” [1], mientras que Rodríguez nos conduce a un panorama mucho más oscuro, señalando que “las TIC no pueden cambiar por sí mismas el aprendizaje ni la enseñanza”[2], advirtiéndonos que el instrumento utilizado transparenta el paradigma pedagógico, el cual es reproducido no sólo por el docente sino por la sociedad y, por ende, por parte del alumnado.

 

Históricamente, Docentes y Diseñadores Instruccionales ocupamos la taxonomía de Bloom como referente para la creación de Mallas Curriculares, Contenidos e instrumentos evaluativos para transparentar los procesos cognitivos que se ven desarrollados en éstos y poseer la confianza necesaria que tales  procesos han tenido lugar. Sin embargo, al nombrar a Marzano y su taxonomía, se observar un absoluto desconocimiento y, por ende, no se posee una postura crítica o una mirada de reflexión pedagógica frente al autor referido. De aquí que nace la necesidad de conocer ¿Qué trata la taxonomía de Marzano y sus posibilidades de ocuparse ésta en el Diseño Instruccional?

 

Evolución de la evaluación

 

La evaluación como “juzgar el mérito o valor de algo de parte de un “experto” del aprendizaje logrado, utilizando sólo como referente su propia experticia” [3] aparece en 1800 a 1900, la cual cambia cuando la evaluación es visualizada como medición de procesos cognitivos, por lo cual debe estructurarse en instrumentos que entreguen precisión y objetividad para determinar el aprendizaje obtenido.  Es así, como los “expertos de contenidos” requieren de “expertos en evaluación educativa”, pero ¿Qué se entiende por expertos en evaluación educativa?

 

Ser experto en evaluación educativa rompe con la simple congruencia de los objetivos, tal como lo propuso Tyler (1930) o como la mera instancia de aprendizaje que contribuye a la toma de decisiones para realizar los ajustes pedagógicos necesarios, tal como la concebía Cronbac.

 

Bordas y cabreras nos advierte que la evaluación No puede ser un acto periférico del aprendizaje, en donde, “la evaluación ha sido un elemento externo a la actividad de aprender, donde se la ha considerado y se la considera, tanto desde las perspectivas cualitativas como cuantitativas, como un medio por el que valoramos un aprendizaje y, a partir de los datos obtenidos, se inician nuevos aprendizajes o, si es necesario, se realizan actividades de recuperación” [4].

 

La evaluación no sólo debe considerar los procesos cognitivos que se desarrollan en una actividad, sino los aspectos de habilidades blandas que entregan la integridad del ser. Con ello, la evaluación  se ajusta al desarrollo de los estudiantes, es decir, a través de la consignación de “sus expectativas, su nivel inicial, sus estilos de aprendizajes, sus ritmos e intereses…, sus necesidades y proyección futura” [5] se permite el desarrollo de una perspectiva congruente con el aprendizaje significativo y acogedor de las singularidades de nuestros educandos.

 

Así, un evaluador educativo anticipará: niveles de preguntas (básicas, intermedias y avanzadas) a través de un correlato de objetivos propuestos y de todo lo propio de los estudiantes, entregando a  la evaluación romper con su uniformidad para avanzar a una evaluación contextual. Lo señalo NO refiere que a los estudiantes se les debe entregar TODO el contenido fácil sin desafíos, sino es todo lo contrario, se refiere que a través de la evaluación se desafíe al estudiantado considerando su peculiaridad.  Es por ello, que NO existen modelos mágicos que permitan que los estudiantes aprendan, sino que va en la competencia del evaluador entregar una gama de instrumentos que incentiven a sus clientes directos, es decir, a sus participantes de la instancia educativa.

 

Taxonomía de Marzano: evaluación como “Empowerment”

 

Se observa que Marzano acoge el Sistemas de cognición, pero además, contempla los sistemas de: “Metacognición” y “Conciencia del ser”. El primero muestra “los procesos mentales del sistema cognitivo toman acción desde el dominio del conocimiento, compuesto por: conocimiento, comprensión, análisis y utilización del conocimiento” [6].

 

 

Si comparamos taxonomías obtenemos:

 

 

Tanto Bloom como Marzano comprenden que los procesos cognitivos, entregados, requieren del anterior, por lo tanto, si no se ha logrado el primer proceso identificado no se puede esperar obtener el segundo proceso cognitivo. Es por ello, que se considera que los procesos cognitivos identificados son inclusivos. Se debe destacar que la comparación realizada es de la taxonomía clásica de Bloom, es decir, no considera su actualización (entrada en los años noventa por Lorin Anderson) ni su aplicación a la Era digital.

 

Como se aprecia en la imagen, tanto Marzano como Bloom entregan como los primeros procesos básicos al: Conocimiento y comprensión. Ambos autores comprenden al Conocimiento como el proceso por el cual, el sujeto, es capaz de “recordar” información tal cual como fue almacenada en la memoria permanente, por lo cual, reconocen ideas, hechos, fechas, símbolos, definiciones, etc., es decir, no existe una apropiación de la información. Para ambos autores la Comprensión es un proceso por el cual, la persona, “hace suya la información”, entregándola de una forma diferente de representación, identificando detalles que le son importantes.

 

Difieren en la ubicación de las siguientes categorías: Análisis e Utilización (Marzano) y Aplicación y Análisis (Bloom), sin embargo, se observa equivalencia en lo comprendido por Utilización – Aplicación y Análisis.  Para ambos autores la utilización o aplicación se refiere al proceso por el cual, el sujeto, utiliza el conocimiento en situaciones específicas. Lo distintivo es que Marzano distingue “formas” en las cuales dicha persona utiliza el conocimiento, así se posee en: a) La toma de decisiones, b) Resolución de problemas, Investigación experimental e Investigación. Pese que en la Taxonomía de Bloom no se observa la distinción de formas, éstas pueden ser obtenidas a través de la lista de verbos que entrega para la categoría de Aplicar. Así el verbo: proyectar, fácilmente puede verse involucrado en cualquiera de las formas distinguidas por Marzano.

 

Se observa que para ambos autores el Análisis es el proceso mediante el cual, una persona, utiliza lo que han aprendido para crear nuevos conocimientos y aplicarlo en situaciones nuevas, entregando sus relaciones, clasificaciones, generalizaciones, especificaciones, etc. Sin embargo, se observa un aspecto que Marzano considera y que Bloom no, esto es, que la persona es capaz de  “identificar errores en lo presentado”. Este aspecto se comprende como clave, pues dado en el mundo donde la virtualidad soporta tanto la verdad, la mentira y lo posible de verdad y mentira, identificar aspectos con los cuales no se está de acuerdo o que, simplemente, se consideren como errores son claves. Tal vez este aspecto (identificar errores) conlleva a Marzano a situar primero el Análisis y luego su Utilización. En cambio, en la taxonomía de Bloom, primero se Aplica la información para luego analizar ésta.

 

Si observamos la categoría Aplicar, de Bloom, nos encontramos con verbos como: Usar, Calcular, Construir, Controlar, Determinar, Establecer, Recoger etc. Se podría comprender, por tanto, que la “identificación de errores” propuesta por Marzano está implícitamente en este nivel, lo cual, contribuirá a que no se utilice toda la información que se disponga cuando se aplique el conocimiento. Sin embargo, lo propuesto es interpretable y no se posee – hasta el momento – sustento teórico directo que lo respalde.

 

En resumen, el Sistema Cognitivo – de ambos autores –  considera 4 procesos que transparentan su desarrollo. Sin embargo, Bloom considera las categorías: Síntesis y Evaluación como pasos propios a obtener del desarrollo cognitivo, en cambio, Marzano abandona dicha categorización para proseguir en los Sistemas de: a) Metacognición y b) Conciencia del Ser.

 

 

Se observa que la Síntesis (de Bloom) la persona es capaz de generalizar para “crear, integrar, combinar ideas, planear y proponer nuevas maneras de hacer”. Al compararlo con lo propuesto por Marzano, se observa que el Sistema de Metacognición posee un rol similar, pero lo desliga del Sistema Cognitivo y lo torna de reflexión al consignarlo a un sistema Metacognitivo. Así, la forma en que transparenta esta categoría (Marzano) nos invita a considerar su complejidad, por lo cual, no es esperable que muchas personas desarrollen este paso, del proceso, de forma instantánea.  Marzano, nos entrega el cuidado que debemos poseer para su desarrollo y, por sobre todo, su evaluación de este proceso.

 

Así, el Integrar, Plantear hipótesis, Diseñar – por señalar algunos verbos entregados en esta categoría (Síntesis) por Bloom – requiere de un nivel mayor de desarrollo cognitivo, uno de carácter Metacognitivo, el cual requiere del manejo de los procesos cognitivos integrando la autoreflexión, es decir, el sujeto posee total autoría de lo que generar en el desarrollo de estos pasos. Es por ello que el sistema de Metacognición “establece metas y las tomas de decisiones” [7], pues se debe poseer lo conocido como: “visión macro”. Se considera a que en esta categoría el estudiante o practicante desarrolla un empowerment, de carácter básico en comparación con el siguiente nivel, pero que es el primer escalón donde se puede establecer su desarrollo por parte de quien aprende.

 

Siguiendo a Bloom, se observa que la última categoría entregada es “Evaluar”, integrada por verbos como: Decidir, Argumentar, Convencer, por nombrar algunos. Sin embargo, se observa que Marzano entrega el Sistema de Conciencia del Ser, el cual está compuesta por “las actitudes, creencias y sentimientos que determinan la motivación individual para completar determinada tarea”[8]. La visualización y trabajo de dicha taxonomía desarrollará el “empowerment” de carácter avanzado en nuestros estudiantes, con lo cual, el docente deja de ser el agente exclusivo de evaluación.

 

Sin embargo, pareciese que – aún hoy – existe problema en incorporar en el proceso evaluativo al estudiantado, según la afirmación de Martínez (2004) citado por Rodríguez: “El alumno sigue siendo el mismo espectador que era antes y además está solo, con un artefacto tecnológico por medio (el ordenador) y las autopistas de la información que rara se comportan como tales” [9], es decir, el canal ha variado, pero no la visión que poseemos de educación. Es por ello, que utilizar exclusivamente la taxonomía de Bloom nos tiende a desarrollar más de lo mismo, pues no hemos identificado que los últimos pasos (síntesis – evaluación) son parte de otro sistema y, por ello, es mayor su complejidad al momento de desarrollarla en y con nuestros aprendices.

 

Rodríguez nos cita a Kozma (1994) para argumentar que “el aprendizaje es una interacción entre los procesos cognitivos y las características del medio ambiente” [10], es decir, existen otras variables que debemos considerar a la hora de desarrollar procesos de habilidades superiores (para Bloom) o de Sistemas distintos (para Marzano).

 

Por todo lo señalado, se comprende que la exclusividad de la Taxonomía de Bloom  nos tiende a cegar a la hora de desarrollar y evaluar procesos cognitivos. Por su parte, la taxonomía de Marzano, no nos entrega mucho por sí sola. Sin embargo, la “integración de ambas taxonomías” nos entrega de forma explícita la inconvenientes y desafíos a la hora de desarrollar – en otros – procesos de nivel superior, recuperando Sistemas o consideraciones a la hora de diseñar y evaluar.

 

El anonimato de Marzano se debe a una consideración simplista de la taxonomía de Bloom, de la cual conocemos que existen habilidades superiores en el proceso cognitivo, pero no las valoramos como tal, por lo que origina como resultado considerar que son fáciles de desarrollar y, por ende, de evaluar.  Se propone que la evaluación de niveles superiores cognitivos no sólo sea apoyado por lo entregado por Bloom, Anderson y/o Marzano, sino que se debe aspirar a su integración (Sintetizar - Evaluar), es decir, hacia una visión multidimensional, con lo cual, a la hora de construir instrumentos evaluativos no olvidemos “los tiempos necesarios” para obtener – verdaderamente – su desarrollo.

 

 

Referencias:

[1] Cabrera Muñoz, Patricia. “¿La evaluación evoluciona con la tecnología?. Revista N º 9. Abril 06

[2] Rodríguez Izquierdo, Rosa maría: (2010). “El impacto de las TIC en la transformación de la enseñanza universitaria: repensar los modelos de enseñanza y aprendizaje”. En De Pablos Pons, J. (Coord.) Buenas prácticas de enseñanza con TIC [monográfico en línea]. Revista Electrónica Teoría de la Educación: Educación y Cultura en la Sociedad de la Información. Vol. 11, nº 1. Universidad de Salamanca, pp. 32-68. ISSN: 1138-9737.

[3] Material pedagógico de cátedra PTEA del presente curso. Dicha evaluación se conoce como evaluación como juicio de experto.

[4] Bordas y Cabrera. “Estrategias de evaluación de los aprendizajes centrados en el proceso”. Departamento de didáctica y organización educativa. Departamento de métodos de investigación y diagnóstico en educación. Universidad de Barcelona.

[5] Bordas y Cabrera.

[6] Apunte de cátedra IEA. “Taxonomía de Marzano”.

[7] Ibíd.

[8] Loc cit.

[9] Rodríguez Izquierdo, Rosa María. “El impacto de las TIC en la transformación de la enseñanza universitaria: repensar los modelos de enseñanza y aprendizaje”.

[10] Ibíd.

[11] Rodríguez Izquierdo, Rosa María. “El impacto de las TIC en la transformación de la enseñanza universitaria: repensar los modelos de enseñanza y aprendizaje”.

[12] UAM. “Taxonomía de Marzano”.

 

Febrero 2014