Opinión |
Las ventajas de ser social: de la participación impulsada (por otros) a la participación motivada (por uno mismo) |
por Eva Astorga, Gerente Internacional de Soluciones de Aprendizaje Online de Overlap
(@americalearning) Ser 2.0 ya no está de moda. Parece una obviedad afirmar que si no tienes un Smartphone, si no estás en las redes sociales, si no tienes conexión a Internet simplemente no existes para mucha gente. Eres invisible. Sin embargo, tras la primera pasión por los social media y las herramientas 2.0, los tutores, dinamizadores y Community Managers de las empresas se enfrentan cada vez más a colaboradores que, simplemente, no quieren estar en los mundos virtuales.
No quieren aparecer en los foros corporativos, no le ven la utilidad, la necesidad o simplemente no desean esa exposición mediática. Del “no tengo tiempo” al “no quiero que otros lean lo que pienso” pasando por “mi vida personal es una cosa y la profesional, otra”, las razones, excusas o argumentos son variados y, ¿por qué no?, válidos. El reto está en cómo cambiar estas actitudes y hacer ver o entender las ventajas de ser social.
Tener una buena comunicación dentro de la empresa es clave del éxito. Si lo que las personas saben se queda en sus cabezas o en sus ordenadores, se está perdiendo conocimiento, experiencia, habilidad, mejores prácticas, saber hacer. Considerando que el mayor activo de cualquier empresa son las personas y lo que saben, es fundamental saber hacer una buena gestión de este hecho, y eso se consigue haciendo que el conocimiento fluya. En muchas ocasiones se lanzan itinerarios, programas de aprendizaje, comunidades de prácticas, MOOCs juegos de gamificación y otros, y descubrimos que las personas no participan de forma voluntaria, o no participan con la frecuencia o intensidad deseadas.
En estas situaciones es cuando se deben incorporar y llevar a cabo tres estrategias:
Es importante distinguir que un tema es motivar a los colaboradores a participar en los programas formativos, y otro muy diferente (pero relacionado) mostrarles las ventajas de disponer de una marca personal. No podemos “obligar” a nuestros colaboradores a tener una marca personal, ya que es un tema de voluntad y deseo personal, que implica actividad consciente, participación constante y reflexión. La marca personal es una huella que perdura, un reflejo de lo que las personas quieren ser en y para su entorno.
La Marca Personal es lo contrario de ser egoísta: se basa en el intercambio, en las relaciones y en dar para recibir. Implica el concepto de sobresalir para hacer llegar a otros lo que cada uno sabe, con una voluntad de preeminencia y de ayuda hacia los demás, y con un deseo de dejar una huella positiva en el entorno cercano o lejano.
La fórmula mágica para el Personal Branding implica al menos tres ingredientes: Creatividad + Constancia + Planificación, y a través de las redes sociales se debe trabajar en los siguientes aspectos:
Desarrollar la marca personal de nuestros colaboradores dentro de las empresas es útil para crear rutinas inconscientes de compartir conocimientos y experiencias. Sirve igualmente para desarrollar el Engagement y el orgullo de pertenencia, la reciprocidad entre lo que cada uno sabe y lo que puede aprovechar para sí mismo al ser parte de una entidad social (grupo de expertos en un tema concreto) o empresarial (pertenecer a una empresa de renombrado prestigio). Genera igualmente de forma natural hábitos de participación en las redes sociales corporativas, y en definitiva hace que la marca de nuestra empresa se componga de las excelentes marcas personales de nuestros colaboradores.
Octubre 2013
|