Opinión
El aprendizaje son conversaciones

Los alumnos necesitan la experiencia social de interactuar con otros, para aprender de una forma muy real de sus pares, que asumen coyunturalmente el rol de profesores.

por Samer Soufi (consejero Delegado de Inmark eLearning)

 

Durante la II Guerra Mundial las autoridades norteamericanas querían convencer a los ciudadanos de que consumiesen vísceras de animales, dado que existía una situación de escasez de los alimentos tradicionales de consumo cárnico.

 

Reunieron a dos grupos de amas de casa y probaron dos métodos alternativos de persuasión.

 

Al primer grupo se le explicó con todo lujo de detalles los beneficios de comer intestinos animales y cómo esto podría ayudar a los esfuerzos de guerra. Se les hizo escuchar testimonios entusiastas y se les proporcionó recibos para que pudiesen adquirir los intestinos.

 

Al segundo grupo de amas de casa se le pidió que discutiesen los mejores argumentos que ellas utilizarían para persuadir a otras amas de casa para que incorporasen los intestinos a su dieta.

 

El resultado fue que un 32% de este segundo grupo comenzó a servir intestinos en sus casas, frente a solo un 3% de las integrantes del primer grupo.

 

Lo cierto es que cuando escuchamos las prédicas y exhortaciones de los demás, a menudo lo que nos dicen, nos entra por un oído y nos sale por otro.

 

Pero cuando somos nosotros quienes hacemos una admonición o damos un consejo, puede que no convenzamos a ningún otro, pero con seguridad nos acabaremos convenciendo a nosotros mismos.

 

Enseñar a los demás constituye una de las formas más eficaces de interiorizar cualquier tipo de idea o de aprendizaje, porque supone un compromiso público que asumimos y que nos impulsa a ser coherentes con aquello que estamos enseñando a los demás.

 

Al asumir un compromiso público, y especialmente cuando nos dedicamos a enseñar o intentar convencer a los demás para que compartan dicha idea o convicción, nos convertimos en valedores de esa idea, la interiorizamos totalmente y asumimos sus consecuencias prácticas.

 

Este conocimiento tiene diferentes aplicaciones prácticas, también en el campo del aprendizaje, y especialmente aprovechando las nuevas posibilidades que nos ofrecen las tecnologías 2.0.

 

Gracias a esta tecnología, las conversaciones en red están haciendo posible el surgimiento de nuevas y poderosas formas de organización social y de intercambio de conocimientos.

 

Frente a las generaciones anteriores, los actuales usuarios 2.0 han experimentado una evolución, asumiendo un rol más exigente, más activo, más informado y sobre todo más conectado y dispuesto a compartir sus opiniones y conocimientos con los demás.

 

En este marco, nuestra función como formadores 2.0 es conseguir que todos los participantes de una sesión de formación se conviertan ellos mismos en maestros de los demás, aportando su conocimiento, sus buenas prácticas y su experiencia, para entre todos construir la "inteligencia colectiva" que se crea en entornos colaborativos.

 

Si nos ceñimos de forma específica al aprendizaje en línea, podemos decir que uno de los propósitos principales de la utilización de herramientas colaborativas es justamente atender la necesidad de los alumnos de sentirse parte de un grupo.

 

Y ello tanto porque los alumnos necesitan la experiencia social de interactuar con otros alumnos, como también porque los alumnos pueden de una forma muy real aprender de otros alumnos que asumen coyunturalmente el rol de profesores.

 

Naturalmente, no siempre que se organiza un evento de aprendizaje colaborativo, se produce este efecto de sentimiento de pertenencia al grupo. Es un error común suponer que la interacción social ocurrirá sólo porque es posible.

 

Tiene que ser planificada, organizada y fomentada.

 

El ambiente en línea que es muy diferente de un entorno social real, por lo que se requiere  crear elementos de dinamización del aprendizaje que alienten a los debates sociales en relación a las tareas que se realizan.

 

Aun así muchas personas pueden simplemente tomar la información del sistema sin participar ni contribuir de forma plena y sin que se desarrolle, por tanto, un verdadero sentido de la identidad del grupo.

 

Pero es precisamente cuando se consigue que un grupo vaya más allá de una comunidad para el intercambio de información y aprendizaje, y pase a colaborar para la construcción del conocimiento, cuando llega a convertirse en una auténtica comunidad de aprendizaje.

 

En este nivel, los miembros del grupo llegan a sentir que tienen objetivos comunes, que existe un sentido de propósito colectivo, y que su destino es, de alguna manera forma, mutuamente dependiente.