Opinión
Más sobre nuestra manera de pensar

Cada día se hace más necesario ser independientes y rigurosos en el pensar; se hace más preciso, sí, cultivar el pensamiento crítico, que podría verse como una especie de metapensamiento orientado a nutrir nuestra objetividad, nuestro buen juicio, nuestro protagonismo intelectual.

por José Enebral Fernández (Consultor colaborador del think tank Know Square)

 

Habríamos de pensar más y mejor las cosas, pero a menudo nos dejamos llevar por prejuicios, asunciones cuestionables, intereses, prisas, deducciones y analogías inexactas, deseos, rutinas, o sentimientos diversos. Sin duda nos precipitamos, sucumbimos a la ansiedad y el estrés, o simplemente preferimos que nos lo den pensado. Sucede también que nos aferramos a los errores, adulteramos los conceptos, desatendemos a las consecuencias, reducimos el debate a falsos dilemas, nos falta empatía (emocional y cognitiva), somos demasiado crédulos o demasiado escépticos, hacemos el ridículo sin darnos cuenta…

 

A menudo nos creemos asimismo que, nosotros o nuestro grupo, somos poseedores de la verdad; que nuestra perspectiva y mentalidad es la correcta. No parece saludable moverse en círculos poco abiertos, porque nuestras miras se van estrechando y nuestra perspectiva, acaso atrofiando. Hay en verdad en nuestra sociedad numerosos colectivos tal vez demasiado centrados en sí mismos, y quizá mentalmente alejados de las realidades externas, por muy próximas que se hallen.

 

No, en general no somos buenos pensadores, y no solo porque se nos escape buena parte de las realidades. Este defecto es grave porque, si no pensamos debidamente, nuestros conocimientos podrían ser mal aplicados y resultar inútiles. La gracia de los conocimientos consiste, si el lector asiente, en aplicarlos bien.

 

Sí, el hecho contundente de ver las cosas a nuestra manera ya es un obstáculo a la hora de pensar; un obstáculo que hemos de minimizar o salvar siendo conscientes de nuestra parcialidad y subjetividad, a la vez que desplegamos empatía, un esfuerzo de objetividad y hasta una dosis de solidaridad. Además y ante una situación concreta a analizar, nos puede faltar foco, información, idóneo manejo de conceptos, rigor inferencial, percepción de las implicaciones y hasta fortalezas-virtudes inexcusables.

 

Mientras paseábamos hace meses por Madrid, discutía yo tranquilamente con un amigo sobre la educación de los hijos. Yo soy padre. Él no lo es, pero su pareja ha sido maestra. En efecto, veíamos las cosas de muy distinta manera. Percibí reproche hacia los padres y acepto que fallemos en la educación de los hijos (acaso porque en su edad escolar tenemos la conciencia demasiado ocupada con el trabajo); pero sobre todo detecté en nuestra conversación tan notable distancia entre los puntos de observación, que aquella no duró mucho. Queríamos disfrutar el paseo.

 

Ahora, un recuerdo algo más lejano. Hace años di con un libro escrito por un profesor universitario, consultor y laureado escritor, Gabriel Ginebra, y prologado por un también laureado consultor y prestigioso conferenciante, Javier Fernández Aguado. Trataba de la gestión de personas en las organizaciones. Lo recuerdo porque llamó mi atención.

 

A lo largo de las páginas se leían ideas como las siguientes: “Gestionar personas es incómodo... Las personas son complicadas, tienen sexo, edad y carácter”; “La Gestión de Personas es fundamentalmente Gestión de Incompetentes”… “Con estos bueyes hay que arar”; “Es más fácil pensar un plan de marketing, o seguir el presupuesto, que lidiar con humanos...”; “Un competente es un incompetente insuficientemente diagnosticado”; “Todos somos incompetentes porque somos mejorables, porque estamos siempre en proceso de aprendizaje”; “Este es un libro tremendamente optimista”.

 

Parece todo ello cuestionable en formas y fondos; pero no me veo con autoridad para sostener que se trate de ideas equivocadas, a la vista del prestigio de sus muchos defensores. De modo que ciertamente solo me queda acudir a que lógicamente la gestión de personas se ve, en principio y en general, de distinto modo por un profesor universitario, por un directivo, por un trabajador, por un consultor, por un coach… En realidad y atendiendo a la literatura, la gestión de personas parece verse diferente por distintos autores, incluso aunque compartan condición profesional.

 

Otro tema que puede resultar asimismo familiar al lector es el del aprendizaje permanente. Este puede verse necesario e inexcusable porque “todos somos incompetentes”, o —así lo vería yo— porque hemos de mantenernos competentes a pesar de los continuos cambios, y también en pro y pos del desarrollo personal. Ciertamente cada persona observa desde su posición y cuenta con sus modelos mentales e intereses; todo ello afecta a nuestro pensamiento-razonamiento.

 

Son también otros, sí, los elementos que influyen en la calidad del pensamiento, pero en verdad hemos de pensar más detenidamente y mejor. Decía Bertrand Russell que “los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes, llenos de dudas”. Como es sabido —vayamos ya cerrando el texto—, los filósofos, psicólogos y educadores hablan de un pensamiento de alto nivel, especie de metapensamiento, que salvaguarda la calidad del mismo: el pensamiento crítico.

 

Parece, desde hace tiempo, haber consenso en que “el pensador crítico ideal es habitualmente inquisitivo, bien informado, de raciocinio confiable, de mente abierta, flexible, justo evaluador, honesto en reconocer sus prejuicios, prudente para emitir juicios, dispuesto a reconsiderar las cosas, claro con respecto a los problemas, ordenado en materias complejas, diligente en la búsqueda de información relevante, razonable en la selección de criterios, enfocado en investigar y persistente en la búsqueda de resultados que sean tan precisos como el tema/materia y las circunstancias permitan”.

 

Se ha de insistir en que no hablamos del crítico que busca errores, fallos y culpables, que se queda solo con la información que avala sus juicios, y que se precipita en sus inferencias; hablamos de quien busca las verdades, de quien defiende su protagonismo e independencia en el pensar y desea ser objetivo, riguroso, panorámico, de quien lentifica y asegura sus deducciones y conclusiones.

 

El pensamiento crítico habría de abordarse y alentarse quizá ya durante la educación primaria y secundaria, de modo que los jóvenes llegaran a la universidad o la formación profesional siendo pensadores críticos, en beneficio de su destreza informacional y discente; pero la educación recibida no parece haber sido la que necesitábamos para nuestro tiempo. Solo recientemente ha surgido la inquietud por aspectos fundamentales pendientes en lo cognitivo y lo emocional.

 

Para ir terminando, y de acuerdo con Richard Paul y Linda Elder: “El pensamiento crítico es autodirigido, autodisciplinado, autocontrolado y autocorregido; supone adhesión activa a los estándares de excelencia establecidos, y conlleva habilidades de comunicación y solución de problemas, como también el compromiso de superar la habitual tendencia al egocentrismo y el sociocentrismo en el pensar”.

 

Y ya para terminar de verdad, no olvidemos las diferentes modalidades de pensamiento: analítico, conceptual, sintético, conectivo, inferencial, sistémico, exploratorio, inquisitivo, argumentativo… Sobre todas ellas ha de planear el pensamiento crítico en beneficio de las conclusiones: cultivémoslo.

 

 

Diciembre 2016

 

 

* José Enebral Fernández comenzó su actividad profesional en 1972, en el Centro de Investigación de International Telephone & Telegraph en Madrid, dentro del área de nuevas tecnologías y metodologías para la formación. Ha publicado artículos en revistas como Dirección y Progreso (APD), Capital Humano, Dirigir Personas, Training & Development Digest, Learning Review, Nueva Empresa, Cambio Financiero, Visión Humana, Coaching Magazine, ObservatorioRH, Focus y otras, y asimismo en numerosos portales de Internet.

En su trayectoria profesional se destaca:

Ingeniero Técnico en Electrónica por la Universidad Politécnica de Madrid.

Formación posterior en ITT, Eurofórum y ESIC.

Profesor en escuelas de posgrado.

Diseñador instruccional de sistemas de aprendizaje on line.

Consultor en materia de aprendizaje permanente.

Conferenciante en diferentes foros y ciudades de España y en Argentina.

Autor del libro “La intuición en la empresa” (Gestión 2000).

Miembro de la Familia Salesiana y colaborador de la Fundación Juan Bosco Siglo XXI.