Opinión
El valor del Aula Virtual Sincrónica (AVS) en el e-learning constructivista-colaborativo

Se puede señalar, con argumentos basados en la experiencia, que el AVS es un magnífico complemento del e-learning asincrónico. Y sabemos que esta modalidad, fundada en un buen modelo pedagógico y la competencia de los docentes conforma, sin duda, un valioso instrumento para educar y capacitar. Con el AVS los alumnos pueden dialogar e intercambiar ideas entre sí, sin perturbar en absoluto la clase.

por José Luis Lens Fernández, Rector del Instituto de Educación Superior Max Weber (IMW).

 

El AVS es un complemento ideal de la modalidad del e-learning asincrónico, en principio, porque nos permite superar los límites de la asincronía. ¿Cómo? Veámoslo a partir de la idea de los valores agregados, que es la clave para fundamentar el valor de la “complementariedad” de estas herramientas para educar y capacitar. En este sentido, el mayor valor agregado del e-learning asincrónico respecto de la modalidad tradicional de presencialidad física, se sostiene en dos puntos:

1) El alcance y la inclusividad, infinitamente superiores, que posee la modalidad a distancia y

2) La flexibilidad temporal que les permite a profesores, tutores y alumnos, quienes pueden adecuar su proceso de enseñanza-aprendizaje a sus tiempos laborales y familiares.

 

Estas son ventajas indiscutibles del e-learning asincrónico, su principal valor agregado.

 

Ahora bien, ¿cuál es el valor agregado del AVS? Tiene varias vertientes. Comencemos por la superación de los límites de la asincronía. En los foros las conversaciones son, por supuesto, en tiempo diferido y, por lo tanto, tienen varios inconvenientes:

  • Se hacen largas en el tiempo,
  • No son aptas para explicaciones e intercambios que requieren retroalimentación inmediata;
  • Todo debe ser escrito, lo que nos obliga a redactar muy bien, con mucha claridad, precisión y sencillez.
  • La importante inversión de tiempo que lleva la acción de redactar todo por escrito.

 

El AVS nos permite superar estos problemas. Pero hay algo más.

 

A partir de las experiencias con la herramienta he descubierto otro valor agregado, que para mí es notable. Se trata de la potencialidad natural del instrumento para superar las clases expositivas tradicionales y magistrales. ¿Por qué digo potencialidad natural? Porque esta herramienta nos permite superar, en forma natural, la impronta centrada en el docente de las clases tradicionales bancarias (El concepto de “educación bancaria” es de Paulo Freire, quien en su obra más emblemática, “Pedagogía del oprimido”, realiza una crítica de la educación tradicional, calificándola de bancaria por su pedagogía prescriptiva y autoritaria, basada en la transmisión mecánica de paquetes de contenidos, que se “depositan” en alumnos meramente receptivos y pasivos. Ver Capítulo II de Pedagogía del oprimido), donde el maestro o la profesora asumen un rol netamente prescriptivo y proactivo y los alumnos uno exclusivamente reactivo y pasivo.

 

Para explicarles esta potencialidad, que yo la descubrí, como se descubren la mayoría de las cosas, en la práctica, voy a recurrir a unas descripciones previas. Comencemos por las características de la clase tradicional. En las clases tradicionales presenciales, es obvio que los alumnos presentes no pueden dialogar ni intercambiar nada entre sí, ya que impedirían la exposición del docente. De ahí que las exposiciones de los profesores y profesoras, en las clases tradicionales, tiendan a convertirse en magistrales, ya que inhiben la participación de los alumnos, que deben limitarse a escuchar pasivamente, tomar notas y esperar que finalice de hablar el docente para preguntar. Y este no es el único problema, porque, como señalamos, tampoco pueden dialogar entre sí, lo que conforma otro obstáculo para lograr la dialoguicidad que requiere un proceso educativo realmente constructivista y democrático.

 

Con el AVS las cosas son diferentes, porque los alumnos pueden dialogar e intercambiar ideas entre sí, sin perturbar en absoluto la clase. Lo hacen a través del chat, sin ningún tipo de inhibición, mientras la profesora o el tutor desarrollan su exposición. Pero, si bien esto es importante porque rompe con la pasividad de alumnos que sólo cumplen el rol exclusivo de receptores, no son menos valiosos e importantes estos diálogos e intercambios, sumados a las preguntas concretas que pueden realizar los alumnos, como retroalimentación para el expositor o expositora. Esta dinámica rompe con el modelo bancario, porque convierte a los alumnos en emisores activos que, no sólo pueden preguntarle al docente sin interrumpir su clase, sino que, al mismo tiempo, también pueden intercambiar ideas con sus compañeros.

 

A través de la práctica con el AVS “aprendí” a valorar y servirme de las opiniones, diálogos e intercambios de los alumnos, para modular pedagógicamente, valga la expresión, mis exposiciones. De esta manera hace su aparición un elemento clave de la educación colaborativa y constructivista, la “retroalimentación continua”, sin la cual es imposible hablar de educación dialógica. Preparo mi clase, porque sé de qué voy a hablar y cómo, pero mi relato no es inamovible, sino que se va enriqueciendo y nutriendo de los intercambios entre los alumnos, de sus opiniones y preguntas. De esta forma, mi discurso va tomando forma a partir de la retroalimentación brindada por los alumnos a través del chat. Mi clase ya no está construida exclusivamente por mí para ellos, sino que comienza a recorrer los andariveles que ellos van proponiendo. Los alumnos se convierten, así, en co-autores de la clase. Entonces, dejan de ser meros receptores pasivos, convidados de piedra del hecho educativo, y pasan a ser parte constitutiva esencial del proceso formativo.

 

Los invito a que experimenten la co-construcción dialógica de la clase, que potencialmente nos permite la herramienta AVS: http://www.imwonline.org/

 

Septiembre 2014